¿Es el enemigo?

La búsqueda de enemigos “es uno de los métodos con el cual se puede evitar que el rebaño desconcertado preste atención a lo que esté sucediendo a su alrededor y permanezca distraído y controlado”. Ésta es una de las aseveraciones que Noam Chomsky nos deja en el ensayo “El control de los medios de comunicación”, dentro del libro “Cómo nos venden la moto”. Las palabras, los libros o el cine son atemporales y muchas de las moralejas o reflexiones de sus autores parecen actualizarse en función del contexto que nos rodea.

Las palabras del jefe superior de Policía de Valencia, Antonio Moreno, calificando de “enemigos” a los alumnos del IES LLuís Vives han ocupado numerosas páginas en nuestros medios de comunicación. En un tono desafiante, el mandatario utilizó un lenguaje bélico, con dos golpes encima de la mesa, para bravear que no es prudente revelarle al enemigo cuáles son mis fuerzas. Después de un momento de confusión por la dura actuación policial, parece que su mensaje surtió efecto y muchos medios y políticos consideran que esos jóvenes y el resto de sociedad que les secunda en sus protestas son los enemigos.

Cabría recordar que el enemigo es el contrario al que se le desea el mal o aquel que sirve para justificar una acción violenta. La historia está llena de ejemplos de excesos, exterminaciones y guerras justificadas por la búsqueda constante de enemigos. Hitler difundió el miedo a los judíos y gitanos, después llegarían los rusos o la foto de las Azores contra esas armas de destrucción masiva. Cada década, cada época, tiene sus enemigos.

¿Son los enemigos los que protestan contra los recortes? Ayer, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, en su visita a Morella compareció en rueda de prensa y explicó los problemas del uso de un lenguaje u otro en democracia. “Hay gente que dice lo que piensa, porque no piensa lo que dice”, apuntaba. En Valencia, “se confundió un derecho constitucional, con una cuestión de orden en la calle” y consideraba “un error tremendo” la utilización del término “enemigo”.

La sociedad también se ha indignado con el uso del lenguaje de Moreno. Parece que parafraseando a Gila, los jóvenes y no tan jóvenes, han vuelto a despertar y han dicho que “si somos el enemigo, nos ponemos”. Y, el resultado es que las manifestaciones se han multiplicado.

Concluyendo y retomando el libro de Chomsky, “cuando se trata de construir un monstruo fantástico siempre se produce una ofensiva ideológica, seguida de campañas para aniquilarlo No se puede atacar si el adversario es capaz de defenderse: sería demasiado peligroso. Pero si se tiene la seguridad de que se le puede vencer, quizá se le consiga despachar rápido y lanzar así otro suspiro de alivio”. Ay, cómo son las lógicas bélicas…